jueves, 1 de noviembre de 2012

Te echo de menos, abuela.

Y aquí estoy, recordándote como cada día, pero hoy en especial, el día de los santos. Ya son seis meses sin ti, sin tus llamadas, sin tus sonrisas. Cada día que pasa yo más te echo de menos y más te necesito. Dejaste un vacío tan grande en mi. Todavía creo que solo es un viaje sin regreso, porque tu corazón siempre estará aquí conmigo, poco a poco entenderé que nunca volverás. Todas las noches miro las estrellas, para asegurarme de que estás ahí, esa estrella tan brillante, esa eres tú, sé que nunca me dejarás sola y yo nunca me olvidaré de ti, siempre has estado ahí cuidándome, haciéndome sonreír y todo esto siempre ha sido desde la distancia, aunque ahora es una distancia más lejana, una distancia transparente. Me arrepiento de tantas cosas, de no valorarte tanto como lo merecías, de demostrarte todo lo que te quería y te quiero. Cuando te fuiste, fue cuando me di cuenta del valor que tiene una persona, una familia y entendí más que nunca el significado de eso de que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Ojalá pudiera volver a atrás y cambiar las cosas. Echo de menos que me cantes esas canciones que compusiste, antes de dormirme. Que me des tus pequeños sermones sobre Dios, pero sabía que eso te hacía feliz. Tus llamadas, cuando tu estabas en Venezuela y yo aquí, en España. Darte un pequeño abrazo, siempre que iba a tu casa, cada verano. Tus lágrimas y las mías, el día que regresaba a España, siempre se pasaba tan rápido, pero sabía que volvería el año siguiente y eso me relajaba un poco. Lo más duro de todo fue que te hayas ido y yo no estuviera a tu lado por la puta y jodida distancia, que haya ido este verano a Venezuela y no te haya visto. Cuando fui a tu casa, no pude evitar echarme a llorar, estaba tu cama, tu ropa, tus cosas, las cositas que te regalaba cuando era pequeña, estaba todo, menos tú. Me llevé un anillo, un collar y un pañuelo que tu siempre usabas para poder sentirte cerca. Mi padre me regaló, tu perfume, ese que tanto te gustaba. Va a ser verdad eso que las pequeñas cosas son las más importantes. Y yo, estoy aquí llorando, más que un mar, un tsunami de lágrimas por ti. Te quiero abuela.

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